lunes, 23 de diciembre de 2013

Círculos

Hace tiempo escuché decir que si a uno lo sueltan en un lugar lo suficientemente grande, sin puntos de referencia, uno no camina nunca en línea recta, ni zigzagueando, y ni siquiera en espiral, sino en grandes círculos que hacen que, después de horas de caminata, uno encuentre sus propias huellas.

Debe ser desesperante para quien trata de salir de un lugar, el descubrir que está recorriendo una y otra vez los mismos caminos. Por eso, creo que siempre es bueno tener algún punto de referencia. Este puede ser la luz de un faro, que guía en medio de la tormenta, o bien una estrella, que en la noche clara indica el camino. Y esta referencia puede ser también un lugar del cual queremos alejarnos. A veces es más fácil definir qué es lo que uno no quiere ser, o en que lugar uno no quiere estar.

Este es el primer texto de un camino que pienso recorrer con aquellos que estén dispuestos a seguirme, a leerme, o a escucharme. Voy a escribir como puedo, como me sale. Y voy a leerme a mí mismo en voz alta, dándoles la posibilidad de que me escuchen. Escribo como hablo, hablo como escribo, así que ¿por qué no hacer ambos?

Para no dar vueltas, para no pasar una y otra vez por los mismos lugares, acá estoy. Para mí, pero también para ustedes, mi hilo de Ariadna, mi guía en el laberinto.

Para que no nos encontremos, dentro de un rato, mirando con asombro nuestras propias huellas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario